Hola, ¿cómo estás?, ahora, con todo lo que está ocurriendo, siempre pregunto por lo más importante, esperando que te encuentres bien de salud. Mi nombre es Juan Carlos, aunque todos me conocen como Juanky. Vivo en Toledo, compartiendo piso con tres amigas, aunque soy de Pantoja. No me identifico para nada con la etiqueta “discapacidad”, pero te diré que soy una de las muchas personas que viven en esta realidad. Seguro que este dato te ayuda a la hora de entender todo lo que te quiero contar.
Hace unos días pude conocer por redes sociales que se había creado en Toledo lo que han llamado EDIS (Escuela de Desarrollo e Innovación Social). Entre sus distintas actividades, me ha llamado mucho la atención la gran oferta de formación profesional que realiza, dirigida exclusivamente a personas con especiales dificultades de acceso al empleo, como es mi caso.
Tengo treinta años y he tenido que luchar mucho para poder conseguir un empleo. Todavía estoy intentando encontrar un trabajo, sin haber podido nunca formarme en ningún oficio. La falta de formación es uno de los grandes problemas con los que nos encontramos. El no tener esta posibilidad, hace que las empresas no nos contraten, pensando que no sabemos realizar las tareas que necesitan. Nada más lejos de la realidad. Quizás no tenemos formación, pero aprendemos muy rápido y no desaprovechamos una oportunidad. Mi buen amigo Andrés, quien me ayuda a escribir estas ideas, siempre dice que tenemos algo que otras personas han perdido. Aún conservamos el sentimiento de utilidad, siendo este un gran motor a la hora de ser un buen trabajador.
Lo que quizás no sepas es que mi falta de formación no ha sido intencionada o elegida. Yo quise siempre formarme, aprender un oficio, pero nunca encontré una alternativa. Tuve que salir pronto del instituto, encontrándome con muchos problemas, que nadie supo solucionar. Siempre recordaré la última reunión con el orientador, donde rápidamente habló a mis padres de llevarme a uno de esos centros donde ayudan a personas con discapacidad. Hablar de formación profesional era como algo raro, impensable. Aún hoy parece ser así. Por lo que veo, tampoco han cambiado mucho las cosas. Al final, me da la impresión de que el problema no es el que no haya formación profesional para personas como yo, sino algo todavía más grave. La sociedad en la que vivo no me entiende como una persona útil, capaz de aportar algo. Eso es, sinceramente, lo que más me duele.
Por eso, al conocer que CECAP había creado esta Escuela llamada EDIS, sentí una gran alegría. Ya no solo por el hecho de poder formarme y mejorar mis posibilidades de conseguir un empleo, sino algo más importante todavía, sentí cómo se reconocía mi valor como persona, el hecho de poder ser útil y trabajar como cualquiera en una empresa, o creando mi propio proyecto. Además, la acreditación universitaria de sus cursos, suponen eso, el reconocimiento a mi esfuerzo. Sin duda, EDIS significa todo esto, y es muy importante que podamos cuidar todo lo que está promoviendo, porque es la forma de darnos ese valor que nunca hemos tenido.
Sé que lo han hecho sin ninguna ayuda, por eso ahora los cursos tienen un precio. Solo espero que pronto, nuestros gobernantes, o empresas que quieran ayudar, puedan darse cuenta de esto que digo, y apoyen estas iniciativas, consiguiendo que personas que no pueden pagar estas formaciones, puedan tener becas o ayudas para poder hacer estos cursos.
Termino dando las gracias porque por fin me siento reconocido, sabiendo que tengo una alternativa como cualquier otra persona para poder formarme y cumplir con mi sueño de aprender un oficio.
Juan Carlos Castellanos Durán
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